Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1886
Sesión: 17 de diciembre de 1886
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Rojo Arias.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 69, 1325-1326.
Tema: Garantías para cumplir lo prescrito en los artículos 14, 27, 77 y otros de la Constitución.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Voy a tranquilizar al Sr. Rojo Arias, porque S.S. ha creído ver un palo donde yo he querido dirigirle un cariño. Palos como esos, bien se pueden resistir, porque si le llamo a S.S. a la mayoría, y le [1325] digo que le espera con los brazos abiertos. (El señor Rojo Arias: Nosotros también). Pues entonces ¿dónde está el palo? (El Sr. Rojo Arias: En S.S.). No; no ha sido ésa mi intención. Si de alguna de mis palabras pudiera desprenderse eso, queda desde luego retirada.

Pero S.S. confunde una cosa esencial; confunde el programa del partido liberal con la ley de garantías, y el partido liberal no se comprometió a hacer de su programa una ley, sino a desenvolverlo de dos modos, como únicamente se puede desenvolver: uno desarrollando todos los principios que constituyen su programa en una ley general que pudiéramos llamar ley de garantías, y otro desarrollándolo en leyes particulares; una para cada principio. (El Sr. Rojo Arias: Esa distinción es nueva).

Es más; yo recordaré a S.S. que en la discusión del mensaje, al principio de estas Cortes, fui yo tan generoso para las oposiciones que les di a elegir y les dije: ?El programa se puede cumplir de dos maneras: o en una ley general que comprenda el desenvolvimiento de los tres o cuatros principios esenciales que contiene, o en tres o cuatro leyes particulares, conteniendo cada una el desarrollo de esos principios?. Les di a elegir, repito, y les dije: ?Ahora elegid vosotras, oposiciones?. Y me pareció ver que las oposiciones querían mejor que el desarrollo de todos esos principios encerrados en una ley de garantías, las leyes especiales que contuvieran cada principio. ¿Es que ahora quieren las oposiciones que volvamos a la ley general? Me es igual; pero será más largo, porque siempre ha de serlo más la discusión de una ley general que comprenda principios tan esenciales como los que contiene el programa del partido liberal, que ir discutiendo poco a poco las leyes especiales. Ya tenemos dos proyectos presentados en el Congreso; vamos, pues, a aprobarlos y enseguida vendrán los demás hasta completar el programa. De manera, que el error de S.S. procede de creer que el partido liberal consideraba su programa como proyecto de ley de garantías; y no es eso, sino que el programa del partido liberal contiene principios generales que pueden desenvolverse de dos modos: en una ley general que comprenda el desarrollo de todos esos principios, que nosotros podríamos llamar ley de garantías, o en leyes especiales, una para cada principio.

Deshecho ese error, comprenderá S.S., que el Gobierno no ha faltado en nada a su compromiso. Ha podido presentar antes o después eso proyectos, pero eso es una cuestión de tiempo; y S.S. convendrá conmigo en que no es toda la culpa del Gobierno, sino de las oposiciones, porque, ¿qué culpa tiene el Gobierno de que la primera parte de esta legislatura se invirtiera única y exclusivamente en cuestiones políticas? Si la discusión del mensaje duró casi toda la primera parte de la legislatura; si ahora mismo, hace un mes que estamos reunidos y no hemos podido discutir nada, a pesar de que desde el primer día tenemos presentados proyectos, ¿puede hacerse de esto responsable al Gobierno? ¿Tiene en ello culpa alguna? Ahí están los proyectos de ley, puede decirse que muertos de risa, y no se discuten, porque hemos estado discutiendo un asunto que en cualquier otro país hubiera durado dos días. Por consiguiente, culpe S.S. a las oposiciones, no al Gobierno, por la tardanza en cumplir el programa del partido liberal. Yo aseguro a su señoría que si las Cortes quieren ser más prácticas en adelante, el programa completo del partido liberal estará terminado antes de que llegue la tercera legislatura.

Por lo demás, si S.S. desconfía porque teme que el Gobierno dure poco tiempo, haga S.S. que dure mucho; contribuya a ese fin y durará mucho indudablemente si todas las oposiciones están de su lado, pues entonces, teniendo a su lado el apoyo de las Cortes, tenga S.S. la seguridad y la confianza de que durará mucho tiempo. Y si este Gobierno le da a su señoría garantías de realizar ese programa, contribuya a ello, viniéndose, como he dicho antes, a la mayoría; que no es justo, como he manifestado, que por meras desconfianzas, esté S.S. separado, y venga con su oposición a entorpecer la marcha del Gobierno, el programa del Gobierno que a su vez es, por lo que veo, el programa de S.S. Ayúdenos por lo menos su señoría a la realización de ese programa, que por lo visto es el de S.S. y el de la fracción a que tiene la honra de pertenecer. Se lo digo por su interés y por el de la fracción a que pertenece, y también por ventaja del Gobierno, porque no le conviene a éste que haya fracciones y grupos que le entorpezcan el paso; se lo digo, repito, únicamente por su interés. (El señor Rojo Arias: Muchísimas gracias).

Venga S.S. a la mayoría; ayúdenos a la realización del programa, a la marcha del Gobierno, y así no se consumirá en el vacío y en la soledad. [1326]



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